Este conjunto de “poecrónicas” cinceladas por Manuel Murrieta Saldívar son algo único, especial e interesantísimo. Pero aún no estoy seguro en qué consisten, solo sé que son especiales. Supongo que son la simbiosis extraña y atrevida de una crónica y un poema; abro los ojos sorprendido y veo que estoy, estamos, frente a un nuevo subgénero literario híbrido que proviene de la lírica y toca los estambres eléctricos de la épica. Porque la “poecrónica” de Murrieta habla del viaje, lo entiende y lo envuelve en sus brazos elásticos queriendo aprehender las experiencias últimas e intrínsecas del andar continuo, constante. Ese viaje que lo sintetiza narrativamente en el acontecer momentáneo y eterno y, además, lo condensa en el verso perenne, inmortal e inmarcesible.

Eynard Menéndez, Universidad de San Carlos, Guatemala

Ha nacido el subgénero híbrido de Poecrónica en libro Poecrónica en las urbes. Murrieta ha regalado al mundo un nombre, un nuevo subgénero, una forma de llamarle a la comunión entre la crónica y la poesía. En estas Poecrónicas, los lectores tienen entonces nueva poesía latinoamericana que describe parajes diversos de todo este suspiro que llamamos planeta, poemas nacidos de viajes y experiencias propias que se nos sirven a la mesa de la imaginación.

Erivan Campos, Revista Monolito, Ciudad de México y ciudad de Guatemala

Poecrónica en las urbes nos transporta a un viaje sin tiempo, sin fronteras. Manuel Murrieta no solo derriba y destruye murallas, sino que las penetra y nos guía a través de un espacio real e imaginario, haciendo un recorrido por la naturaleza de las urbes modernas y antiguas. Con Murrieta caminamos, volamos, respiramos, somos parte de los elementos, nos convertimos en el espíritu errante, incansable, que se regenera en cada verso como los pasos de un eterno viajero. Poecrónica en las urbes nos transporta a un viaje sin tiempo, sin fronteras. Manuel Murrieta no solo derriba y destruye murallas, sino que las penetra y nos guía a través de un espacio real e imaginario, haciendo un recorrido por la naturaleza de las urbes modernas y antiguas. Con Murrieta caminamos, volamos, respiramos, somos parte de los elementos, nos convertimos en el espíritu errante, incansable, que se regenera en cada verso como los pasos de un eterno viajero.

Manuel Camacho, San Joaquin Delta College, Stockton, California, USA

La segunda porción de Poecrónicas me lleva a Tánger, Marruecos, el Deefe (CDMX), El Salvador, Antigua Guatemala. Aquí me detengo para saborear el derroche de palabras, metáforas y sensualidad con que el ojo clínico de Murrieta aprecia el paisaje, la gente, la historia que pulsa… por donde se atrevió el modelo a emular, el primer cronista, Bernal Díaz del Castillo. Bajo el volcán navegamos con la agrandada curiosidad del niño el día que conoció el mar y, ya crecido, con el dulce palpitar del primer amor...

Saúl Cuevas, Arizona State University, Tempe, Arizona, USA