"Poecrónicas"

--Columna Semanal--
La crónica de Guillermo Prieto es detallada y extensa, como si lo voluminoso diera cuenta ya de la importancia del país que recorre.  Su mirada liberal,  refleja y construye los primeros estereotipos que el mexicano viene manejando sobre el anglosajón hasta el presente...

Guillermo Prieto, cronista: al "norte" está el progreso - 16.10.2020

Por Manuel Murrieta Saldívar

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al norte esta el progreso
Imágenes tomadas de: http://www.cervantesvirtual.com/obra/viaje-a-los-estados-unidos-775037/
  • En enero de 1877 el político y escritor Guillermo Prieto (1818-1897) zarpa del puerto de Manzanillo, Colima, rumbo a California para conformar la crónica más voluminosa que la literatura mexicana ha producido sobre los Estados Unidos.  Bajo el seudónimo de “Fidel”, la titula Viaje a los Estados Unidos, publicada en tres tomos y miles de páginas en su versión original.  Miembro del gabinete del presidente Benito Juárez, y por lo tanto de formación liberal,  realiza un viaje relativamente cómodo, de privilegio diplomático que lo hace introducirse en las cúpulas económicas, políticas y culturales norteamericanas, vivencias que determinan su visión y el tono de su discurso.  Incluso, cuando se acerca a mexicanos o los llamados “hispanos”, son familias de linaje que explotan el conocido talento romántico poético de Prieto como en la residencia de Mariano G. Vallejo en la bahía de San Francisco, California. 
    Su liberalismo y representación diplomática, le impiden acercarse de lleno a la masa popular que sobrevive en los placeres mineros, campos de cultivo o las nacientes fábricas.  En cambio, refleja un Estados Unidos como paraíso de los logros del capitalismo, haciendo una apología al liberalismo anglosajón, una exaltación al individualismo, al orden y la "libertad de conciencia" sin límites a fin de lograr el "progreso" de la humanidad.
    Sus descripciones entonces son de exaltación por los logros, avances y realizaciones del dinámico y pujante yanqui, "vanguardia de la humanidad".   Es raro cuando ataca o muestra críticas adversas, parece no le afecta demasiado la mutilación del territorio mexicano ocurrida 30 años atrás.   Estados Unidos ofrece las condiciones ideales para el "progreso" y el desarrollo ilimitado de las capacidades del ser humano, sin los obstáculos monárquicos, dictatoriales o eclesiásticos; es la sociedad noble y libre que reconoce el esfuerzo del trabajo sin importar credos o razas, que se levanta como ejemplo del futuro, el hombre ideal al cual hay que cuidar y preservar porque es el centro y la herramienta para el avance civilizatorio, en donde todo se construye a su servicio. Así lo deja saber cuando describe al hotel:

    En esas ciudades americanas, el hotel (...)es la aspiración a la confraternidad, la asimilación del extraño, la tendencia humanitaria a la formación de la gran familia humana, la expresión más alta de la civilización, entronizando la igualdad aunque sea en la vida íntima de un día (I:65).

    La crónica de Prieto es detallada y extensa, como si lo voluminoso diera cuenta ya de la importancia del país que recorre.  Su mirada liberal, además, refleja y construye los primeros estereotipos que el mexicano viene manejando sobre el anglosajón hasta el presente.  El mito de la norteamericana bella y sensual lo repite con insistencia al describir rubias radiantes, saludables, capaces de conmover al “más decrépito” como el propio cronista lo confiesa.  Son damas de sociedad, educadas, de fina coquetería y audaces movimientos; otras caminan en las calles con portes nobles e inofensivas pero levantando suspiros.  O son las de un bar o un teatro,  dispuestas a divertir discretamente y con estilo, vino y champaña de por medio, por unos billetes.  Y todas, indistintamente, son irresistibles, seductoras e independientes pero dignas de su respeto:

    ...aunque se dice que New-York es el emporio de la hermosura americana, yo ni teniéndolo presente me imaginé jamás un conjunto de mujeres más bellas      ni seductoras, que tienen derramados en sus formas tales visos de alegría y de fiereza, y es tan suelto y desembarazado su porte, que no el vejete que esto escribe y está turbado y descolorido con cerca de sesenta duros a la espalda, sino la flor y la nata de los primeros donceles del mundo, quedaría ante ellas con un palmo de nariz (I:46). 

    Prieto además admira el producto de la nueva “religión” para el liberal: la ciencia y la tecnología.  El orden, la disciplina, el trabajo, parece decir, rinden su fruto más acabado en el invento, fiel al positivismo de filósofo Augusto Comte.  El cronista se queda pasmado con los logros del norteamericano, su lucha y poder sobre la naturaleza.  Ya en 1877 destaca los sistemas de protección de los depósitos de seguridad; los aparatos de comunicación que sirven al cliente en el cuarto de hotel; los cables submarinos que entregan informes desde distintas ciudades y, sobre todo, comenta sobre el sofisticado telégrafo—su crónica incluye dibujos al respecto—explicando su funcionamiento: desde la habitación,  como si fuese el “internet” del siglo XIX,  cualquier usuario puede utilizar un aparato capaz de comunicarse vía telegráfica con quien lo desee o en casos de emergencia:

    En las paredes de la casa, junto al mostrador del "bar-room", a la cabecera de la mujer enferma, se ve pendiente de un clavo una especie de carátula de reloj(...) En el centro de la carátula descrita, se ve una manecilla que se hace girar sobre el letrero que corresponde al deseo que se quiere manifestar: ésta oprime uno de los alambres que están en la cajita que contiene la carátula, y la oficina central recibe el aviso y corresponde al llamado (I:162-3).

    Si el liberalismo pugna idealmente por la igualdad del ser humano, Prieto ve un territorio norteamericano no invadido por europeos que desplazaron indígenas y mexicanos, sino es ya la “tierra prometida” donde se unifican razas, se promueve la hermandad, la convivencia pacífica y armónica.  Es un crisol humano—melting pot—gestado, según su crónica liberal, sin tanta dificultad o conflictos.  Prieto reproduce así la creencia popular, aún en boga, de que Estados Unidos es el "país de las oportunidades",  concepción idealizada que no incluye las pugnas por el capital, la apropiación y defensa de la propiedad, los linchamientos, atracos y despojos que suceden en ese momento histórico en casos como la llamada "fiebre del oro" californiano. Y si lo reconoce, no importa demasiado porque para Prieto son males necesarios que harán surgir al "bien" y construir el paraíso del "trabajo" y el "progreso" en beneficio global:

    A la luz de esa victoria del bien, se encontraron en la noble confraternidad de la reivindicación de la ley, unidos con vínculos estrechos, el inglés, el ruso, el italiano, el chino, el hispano-americano, el alemán, los hombres todos, la gran familia humana, en la cuna de la regeneración y el progreso.  En San Francisco no avanza un pueblo, es la humanidad la que marcha (I:59).

    En efecto, la "victoria del bien" ofrece las condiciones para asegurar el oro y el capital original que, adquirido legítima o ilegítimamente, produce de cualquier manera el anhelado “progreso”.  Es aquí cuando Prieto recrea el estereotipo de Estados Unidos como región de abundantes riquezas y ostentosidad, paraíso que fascina por todo lo que construye a su alrededor: el metal precioso se convierte en objeto de adoración ahora con métodos más "civilizados", no tan rudos o salvajes porque, después de la "fiebre del oro", el metal se ha domesticado y sofisticado, es ya el núcleo del poder económico. 
    Prieto así glorifica al oro no como factor de ambición, de adorno social, sino como fundamento del capitalismo y del desarrollo económico, acorde a su liberalismo.  El oro ya no produce pugnas ni asesinatos, o simple avaricia, sino que es un medio indispensable para el “progreso”.  Por lo tanto, exige su resguardo, su tratamiento y acuñación en las novedosas y funcionales bóvedas bancarias,  impenetrables para aquellas “hordas” de gambusinos de los placeres californianos.  Aprovechando su influencia diplomática, el cronista Prieto logra una visita al interior de la casa de moneda de San Francisco y describe el proceso del metal en medio de estrictas medidas de seguridad.  Admira la imponencia y eficacia, la tecnología laberíntica del ya no tanto "becerro de oro", sino el motor del desarrollo:

    Es un laberinto de salones inmensos, en los que el ruido ejercita todos los tonos, la máquina todas las actitudes, la ciencia todo su poder y el oro y la plata toda su fascinación deslumbradora (...) Existe en otras partes otro mecanismo para contar los pesos.  Es una especie de tolva en que se depositan los pesos.  Estos caen sobre un plano inclinado dividido por rieles pequeños de latón y cerrados por una faja.  Al caer se acomodan, se levanta la compuerta y se precipitan en un talego; así se cuentan en minutos miles de pesos (I:79-81).

    El hedonismo y la grandiosidad como metas y características de la sociedad anglosajona resaltan también en la crónica de Prieto.  Ambos son ahora clásicos estereotipos que el mexicano tiene de los Estados Unidos.  Aparecen edificios y construcciones imponentes, puentes espectaculares, alabanzas a la magnitud de empresas humanas como el diseño de ciudades o la funcionalidad de los puertos sin comparación en el mundo.  Se transmite con insistencia la imagen de abundancia, la de un anglosajón consumista y derrochador, amante del placer sensual, de platillos y bebidas, siempre en busca de la comodidad y el confort. 
    De esta manera, Guillermo Prieto, registra al imperio con admiración y apología, derivación de su optimista ideología liberal.  En mucho, su monumental crónica, ante la pugna conservadora y liberal del momento histórico al interior de México,  intenta proponer como modelo al sistema norteamericano, a diferencia de los cronistas de décadas más tarde, como Justo Sierra y José Vasconcelos, quienes lo van a empezar a cuestionar bajo la influencia de ideologías antiliberales y menos materialistas.

    Obra Citada

    Prieto, Guillermo.  Viaje a los Estados Unidos.  3 Vols. México: Imprenta del comercio, de Dublan y Chávez, 1877.

    ***

    Artículo publicado originalmente en: Memoria: XXX Asamblea Genera. lI Congreso Internacional. ALDEEU. Treinta años de presencia en América. Valdivieso, Jorge and Ruiz-Fornells, Enrique. Eds. Vesuvius Press Incorporated. Phoeniz, AZ. 2014  (pp 146-151).

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