"Poecrónicas"

--Columna Semanal--

Narrando espacios extranjeros: génesis de la crónica de viajes - 20.11.2020

Por Manuel Murrieta Saldívar

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Génesis de la crónica de viajes
Imagen de Chicago, fotografía tomada por el autor.
  • ¿Cómo se narra un espacio extranjero en la crónica de viajes? Intento responder esta pregunta sobre la base de experiencias personales como cronista, incluyendo aportaciones de otros narradores del mismo género, sobre todo en la escritura de crónicas de viaje. Incluyo además lineamentos teóricos relacionados con la definición clásica de la crónica, se retoman conceptos para explicar por qué se deja un “espacio familiar” y se ingresa al espacio de los Otros. Para ello se acude a definiciones de ideología, los espacios extranjeros y culturas hegemónicas, el concepto de textos “autoetnográficos” y términos como “yo ordenador” o “yo cronicador”.

    El cronista, por definición, está destinado a referirse a un espacio físico, concreto y tridimensional, en el cual no sólo observa y registra sino además vive y se forma ideológicamente. A diferencia de los autores de ficción no obligados a construir espacios narrativos con una referencialidad comprobable, el cronista revela con precisión su tiempo y su espacio. La condición sine qua non de este género es el “estar ahí”, ser testigo, de lo contrario la crónica no se produce; “decirlo es verlo”, sentencia al respecto José Martí (en González, La crónica 88 ).

    He titulado esta ponencia en plural porque aquí considero no solamente a cronistas que utilizan como referente a su “espacio familiar”, como lo llama Edward Said, sino también a los que se transportan al “espacio de los Otros”. Un cronista, en algún momento de su oficio, se separa del suyo y se enfrenta al del extranjero—tradición que en México proviene desde las cartas de Cortés y de la crónica de Díaz del Castillo. Al ingresar al espacio del Otro, se le presenta al cronista un reto extraordinario: registrar lo nuevo, lo desconocido. En este proceso, influye su formación ideológica construida en el espacio familiar.

    CRONICANDO EL NUEVO ESPACIO

    Aceptemos la propuesta de que la ideología se genera también a partir de acciones concretas. Según Michel Pecheux, las ideologías no están hechas sólo de ideas sino además de prácticas (133-34). De esta manera, el cronista crea, construye y transforma su conciencia dentro de su espacio familiar—en sus condiciones de vida, sus relaciones sociales, en el trajín de lo cotidiano. Hasta que en un momento dado se producen situaciones que lo trasladan hacia el nuevo espacio, sea por motivos de exilio, búsqueda de prestigio social e intelectual, mejoramiento económico, representación diplomática, asignaciones periodísticas, etc. Este origen, precisamente, va a marcar en mucho su representación y a la vez transformar su visión del mundo si nos atenemos a que la práctica de observar, las vivencias e interacciones con el Otro, le producen cambios. La acción de desplazarse, el punto de destino, la forma cómo se desenvuelve en el espacio extranjero, implican mensajes ideológicos que revelan visión de mundo y las intenciones del cronista.

    Si la crónica es una especie de reportaje que describe y narra lo real en un presente buscando la trascendencia, si se ocupa de sucesos que quiebran la rutina cotidiana, si como género periodístico comunica noticias (González 73), ¿qué novedad más provocadora que enfrentarse a un espacio desconocido? Esta nueva práctica transformará al cronista, al menos le removerá su capacidad de sorpresa, rechazará o aceptará ideas, creará y recreará su pensamiento. Es una relación dialéctica entre el cronista y el espacio nuevo. Si éste se visualizaba de determinada manera antes de partir, una vez experimentado se producen cambios en la visión producto de la práctica del viaje. El cronista se impacta, las vivencias con los Otros originan reflexiones e imágenes distintas a lo que antes había concebido a la distancia, sin el roce concreto de lo novedoso.

    LA VISIÓN DE CLASE INGRESA AL OTRO ESPACIO

    Pero la ideología del cronista se genera en mucho dentro de la clase social a la que pertenece. Surge de su modo de vida, de sus condiciones concretas y específicas. En el espacio nativo, la ideología “nace honda, radicalmente, en las clases sociales, en sus intereses, en las prácticas y experiencias de táctica y estrategia generadas por sus luchas” (Monteforte 196). A su vez, el espacio familiar contiene clases sociales en contradicción, en relación de hegemonía y subordinación. Fernand Dumont plantea al respecto que para reconocer a las clases es indispensable analizar las prácticas ideológicas que explican su confrontación entre sí (117). Así, cada clase social construye una visión del mundo en torno a la cual se unifican sus miembros. El cronista entonces no sólo porta el pensamiento de su estrato, sino que a partir de él construye la representación del espacio extranjero. Al codificar su crónica, al escribirla, dirige su mensaje a su grupo buscando determinado efecto— político, de prestigio literario, status social, demanda admiración, se exhibe.

    Si el cronista simpatiza o proviene de la clase social dominante, por lo general produce una descripción a favor de ella. Tiende a construir una representación universalista porque desea presentar el interés suyo y el de su grupo como el de todos. Su crónica, así, resulta generalizante al descubrir que algunos aspectos del nuevo espacio le son útiles para la hegemonía de su clase. Y en ello utiliza los recursos del lenguaje ya sea para manipular, persuadir, ocultar, en su intento de camuflar los intereses de su clase en su relación con el Otro.

    En cambio, cronistas de clases sociales intermedias no tienen de inmediato una definición clara sobre el espacio extranjero; presentan dificultad para identificar y precisar su posición, ya que su composición de clase en el espacio familiar es heterogénea— incluye distintos intereses y posturas políticas, sectores desde empresarios y burócratas, hasta intelectuales oficiales e independientes. Su visualización de lo extranjero, en consecuencia, será de mayor movilidad y flexibilidad, presentando contradicciones internas. El cronista puede reaccionar con oscilaciones ya que no se adquiere un compromiso fijo de grupo que defender. Debido a su extracción de clase intermedia, no simpatiza ni con lo dominante ni con lo subordinado en forma clara, sino que varía.

    Por su parte, cronistas de clases sociales subalternas tienden a emitir posiciones alternativas al penetrar en el espacio extranjero Sus textos se oponen a la hegemonía de la clase dominante, a la dependencia de las metrópolis en varios niveles—político, social, cultural, etc. Este tipo de cronista emite críticas contra imperialismos que subyugan, se opone a visiones etnocentristas y crea un mensaje “autoetnográfico” que responde al texto etnográfico institucionalizado. Su crónica es, pues, contestataria y desempeña un papel estelar en la formulación y difusión de ideas transformadoras dentro del espacio familiar.

    VARIEDAD DE VISIONES

    Independientemente de su extracción de clase, el cronista es susceptible de sufrir variaciones ideológicas al enfrentar el espacio extranjero. Su “yo ordenador”, esa voz que relata y relaciona las noticias, las descripciones, los eventos dispersos (González, La crónica 73), se cohesiona en una sola visión o se dispersa en varias. Este fenómeno se relaciona con la “inestabilidad ideológica” la cual, siguiendo a Edmund Cros, se origina porque existen varios sujetos ideológicos dentro de un individuo (39), en este caso un cronista. Su enfrentamiento con lo Otro, así, despierta varios sujetos con visiones diferentes y contradictorias, identificables por sus distintas maneras de interpretar lo novedoso. Los sujetos pueden estar en pugna aunque no para hacer triunfar a alguno sino que proyectan diferentes cuadros descriptivos y analíticos contradictorios. Un cronista como persona puede ser un conservador pero en su interior coexiste un sujeto literariamente progresista; como individuo está integrado a su clase, la dominante, pero como cronista es más crítico, toma conciencia de la dialéctica de la historia (Kavolis 73). Así, al representar el espacio extranjero, se activan nuevos sujetos que critican prácticas y comportamientos del Otro aún cuando no favorezcan a su clase. O viceversa: un individuo es de extracción de clase laboral pero, al cronicar el espacio nuevo, brota un sujeto seducido por la metrópoli acabando por promover prácticas de asimilación.

    La desestabilización del “yo ordernador” resulta en al menos dos tipos de crónicas: una ideológicamente coherente, es decir, monológica o monosemántica, si una sola voz y visión conduce las acciones y descripciones. Pero si recoge distintas posturas, opiniones e interpretaciones del espacio extranjero, tiene carácter carnavalesco a lo Bakhtin (122-27). Es decir, no sólo refleja la voz del yo cronicador testigo, sino también las voces colectivas, de distintos estratos y niveles socioculturales, que va registrando. Se produce así una crónica más completa que muestra la complejidad del espacio extranjero.

    TRANSPORTANDO PATRIAS Y MATRIAS

    Hay que considerar otro factor cuando el cronista ingresa al nuevo espacio: la visión colectiva nacional, regional y de la matria. Said la denomina “cultura hegemónica” y consiste en un rasgo de grupo, una forma cultural que predomina sobre otras (Orientalism 7). Básicamente estipula que todos los individuos dentro del espacio familiar deben suprema fidelidad a un interés colectivo, desprendiéndose de los intereses de clase. De esta forma, el cronista activa su cultura hegemónica de manera exaltada al experimentar el espacio extranjero. Le brota su mejor “arma abstracta”: el patriotismo, el regionalismo, lo xenofóbico, lo de su “barrio”, factores que desmontan la diferencia de clases sociales. El cronista forma así una noción colectiva que lo identifica férreamente con su “nosotros”, en contraposición a los Otros, los “ellos” desconocidos del espacio extranjero. Estos sentimientos regionales, crean la idea de que en verdad el cronista tiene una cultura hegemónica, que su colectivo es superior, al menos en algunos aspectos, en comparación con la sociedad y cultura del espacio extranjero.

    El cronista entonces descubre lo “diferente” siempre en relación a su “nuestro” (Said, Orientalism 7) pudiendo entrar en conflicto con el espacio nuevo. Es cuando sucede el llamado “shock cultural”, el enfrentamiento de las dos culturas hegemónicas de ambos espacios, descubriéndose nítidamente un “contrario”, un adversario, es decir, los “Otros”. El nuevo espacio, así, es sujeto a una continúa interpretación y reinterpretación por parte de lo “nuestro” del cronista. Impactado por lo desconocido, confronta claramente lo extranjero reaccionando a la defensiva y de manera conservadora; o también adquiere un sensación de cierta familiaridad y tiende a dejar de juzgar lo que observa como completamente nuevo, como totalmente ignorado (Said, “Orientalism” 172). Igualmente, considera lo visto por vez primera como si fuera versión de experiencias previamente conocidas, fenómeno que no es sólo una manera de recibir la nueva información, sino un método para controlar lo que parece ser una amenaza para alguna visión fija de ver las cosas.

    El cronista, en síntesis, ingresa al espacio extranjero, lo observa desde los referentes del espacio familiar, de su experiencia de vida, de su clase social, de su grupo y su cultura hegemónica. Es susceptible además de sufrir inestabilidades en la representación de lo nuevo pero siempre se transforma su conciencia, su pensamiento, en esa práctica de observar, de cronicar, el mundo de los Otros…

    Trabajo presentado en “Sixth International Colloquium of the Latino Artists Round Table”
    (LART), The City College of New York, ciudad de New York, October 2014.

    OBRAS CITADAS

    Bakhtin, Mikhail. Problems of Dostoevsky’s poetics. Minneapolis: U of Minnesota P, 1984.
    Cros, Edmond. Theory and practice of sociocriticism. Minneapolis: U of Minnesota P, 1988.
    Dumont, Fernand. Les idéologies. París: U de France P, 1974.
    González, Aníbal. La crónica modernista hispanoamericana. Madrid: Ediciones José Porrúa Turanzas, 1983.
    Kavolis, Vytautas. La expresión artística. Buenos Aires: Amorrortu, 1968.
    Monteforte Toledo, Mario y otros. Literatura, ideología y lenguaje. México, D.F.: Grijalbo, 1976.
    Pecheux, Michel. Les vérités de la palice. París: Francois Maspero, 1975.
    Said, Edward W. Orientalism. New York: Vintage Books, 1979.
    ---. “Orientalism”. The Georgia review 31 (1977): 162-206.

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