"Poecrónicas"

--Columna Semanal--

“Gringos” a la vista : cronicando el imperio - 04.03.2022

Por Manuel Murrieta Saldívar

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Imagen: portada de la obra Gringos a la vista, tema de esta poecrónica. Del archivo de Editorial Orbis Press
Imagen: portada de la obra Gringos a la vista, tema de esta poecrónica. Del archivo de Editorial Orbis Press.

  • Para un análisis ideológico sobre crónicas de mexicanos observando a Estados Unidos han de aplicarse al menos tres líneas teóricas. La primera tiene que ver con la definición de Ideología desde teorías referenciales del lenguaje, dado el carácter testimonial del género cronístico. En base a lo anterior, se maneja ideología como lo propone el teórico Luis Althusser: una representación de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia. A su vez, se entiende relación imaginaria como una proyección, una ilusión que alude a la realidad, lo cual implica localizar elementos contextuales en el análisis de la crónica y no sólo imaginación literaria. Puesto que las crónicas de mexicanos abordan la sociedad, la cultura y el espacio de Estados Unidos de Norteamérica, una segunda línea teórica se relaciona con lo Otro y el encuentro con lo distinto, según lo maneja Edward Said en Orientalism. La representación imaginaria no es producida por un cronista que observa su propio espacio y sociedad, sino la de un observador externo, un visitante ocasional ajeno a la naturaleza de Estados Unidos. Se tiene entonces que los cronistas Lorenzo de Zavala, Justo Sierra, José Vasconcelos y Jorge Ibargüengotia, que analizo en mi ensayo Gringos a la vista (*), abandonan temporalmente el llamado “espacio familiar”, en este caso México. Ese espacio familiar ofrece al “nosotros” mexicano un sentido de intimidad, de privacidad y de seguridad, real o imaginada, donde todas las experiencias en su interior aparecen como apropiadas. En consecuencia, los cronistas ingresan provisionalmente a un espacio más allá del suyo, no familiar, el del “Otro norteamericano”. Así, el territorio y la mentalidad de este Otro es designado diferente por parte de ese “nosotros” mexicano, el cual establece fronteras apropiadas de acuerdo a sus percepciones, intereses y conveniencias. El cronista mexicano durante la inmersión temporal, produce entonces suposiciones, asociaciones o ficciones ideológicas que surgen al enfrentarse al espacio extraño y no familiar del Otro norteamericano.
    Una tercera línea teórica aborda el carácter periférico y subalterno de los cronistas mexicanos los cuales se diferencian de los observadores europeos y norteamericanos dominantes de las metrópolis. En este sentido, los cronistas mexicanos producen discursos alternativos y autoetnográficos de “zona de contacto”, tal y como lo plantea Mary Louise Pratt en su obra Travel writing and transculturation. La zona de contato es entendida como el espacio social donde culturas distintas, geográfica o históricamente separadas, hacen contacto la una con la otra y establecen relaciones permanentes que incluyen condiciones de coerción, desigualdades radicales y conflictos sin solución inmediata como el caso de México y Estados Unidos. El análisis de zona de contacto enfatiza entonces cómo los sujetos se constituyen en y por sus relaciones con sus res-pectivos Otros y aborda la relación entre colonizados y colonizadores.
    Las representaciones imaginarias sobre Estados Unidos son producidas, pues, por cronistas subalternos en zona de contacto y adquieren por ello característica alternativa y autoetnográfica. El discurso etnográfico es el medio a través del cual el colonizador, en este caso el norteamericano, se representa para sí mismo sus respectivos subordinados. En cambio, el dis-curso autoetnográfico, como las crónicas de mexicanos viajando a Estados Unidos, es aquél que los dominados construyen en respuesta y diálogo a las representaciones de las metrópolis dominantes. Igualmente, es el intento del subordinado de proponer sus propias concepciones sobre un mismo objeto; es su esfuerzo por representar y representarse ellos mismos sin permitir que se imponga la visión dominante. En este sentido, los cronistas viajeros se expresan por sí mismos sin eliminar sentimientos y explotan la oportunidad de la crónica de manejar la subjetividad. Se diferencian, así, del clásico científico social con su pretendida objetividad, en que en ocasiones elimina emociones y distorsiona descripciones y variables potencialmente claves de sus explicaciones.
    Al mismo tiempo, las crónicas de mexicanos dentro de USA son autoetnográficas porque no aspiran a la objetividad tradicional generalizadora y reflejan a comunidades reales de la zona de contacto sin pretensiones científicas totalizantes. Son la versión mexicana que proviene de la periferia para “descubrir”, opinar, es decir, representar, desde la perspectiva de su espacio familiar, México, al Otro dominador norteamericano, en su propio territorio y no imaginándolo a distancia. Estas representaciones adquieren además carácter alternativo al provenir de cronistas del llamado “tercer mundo” que temporalmente ingresan al vedado “primer mundo” y no se transforman bajo sus pretensiones asimilacionistas. Este tipo de crónicas desarrollan el libre juego de diferentes sistemas de valores, liberan voces silenciadas y ofrecen denuncias o propuestas de expresiones difícilmente surgidas a la luz por la imposición de los discursos dominantes. Por todo ello, cronistas como los ya mencionados y que analizo en Gringos a la vista, que viajaron y escribieron sobre Estados Unidos, proyectan una perspectiva de zona de contacto, abordan expresiones autoetnográficas y alternativas, consignan la visión del subyugado sobre el dominante, haciendo una contribución al llamado campo “descolonizador”.
    Por otra parte, toda crónica está impregnada de ideología la cual domina todas las actividades del ser humano, sus relaciones sociales y con la naturaleza, y está presente en los juicios acerca del sentido de la vida, hasta tal punto, que llega a ser indiscernible de la experiencia vivida. La ideología, así, es omnipresente y marca todo género de expresión humana, artística y literaria, como la crónica, la cual refleja o incorpora las ideologías del cronista y las que prevalecen en su sociedad. Por ello, todo lo vivido, como las experiencias de los cronistas mexicanos en su viaje por Estados Unidos, está profundamente marcado por la acción de la ideología. Ésta, además, opera como criterio ordenador y seleccionador de la realidad e impregna a la crónica desde el momento en que el cronista proyecta su mirada hacia su objeto de observación, es decir, los Estados Unidos.
    La carga ideológica, incluso, es alta en el género cronístico dado su carácter testimonial y periodístico que permite a los cronistas estar relativamente más liberados de los artificios de la ficción con su capacidad de implicitar la ideología. El mismo proceso de creación de la crónica permite considerar su alto contenido de ideología, puesto que ésta demarca lo percibido y emite una representación imaginaria. La crónica prácticamente se construye de la misma manera al consistir la observación su principio epistemológico por excelencia. La crónica basa su escritura en la mirada, “decirlo es verlo”, propone el poeta y cronista José Martí, ya que la mente recibe informes del mundo exterior a través de los sentidos y, entre éstos, el principal es el de la vista. Se define, entonces, como lo plantea Aníbal González en su obra La crónica modernista hispanoamericana, un “yo ordenador”, el “ojo chroniqueur” testigo, el cual es la voz que se hace cargo de relatar y relacionar las noticias, descripciones y los eventos dispersos. En este sentido, la ideología pone a funcionar a ese “yo ordenador” y determina cómo redactar los textos, es decir, pone a trabajar los recursos estilísticos, las figuras retóricas y los artificios literarios del cronista. Si la ideología determina lo que el cronista observa, lo hace bajo cierto propósito. Se concluye que toda representación, toda crónica, se elabora con intención de imponer el poder político, mantener al individuo dentro de los mecanismos y resultados de la explotación o, por el contrario, procura su liberación. Toda crónica, entonces, propone el conformismo y la sumisión o bien nuevas ideas que provoquen intranquilidad y estimulen oposición y quien las analiza, los estudiosos de este género, deben “desenmascarar” al cronista, como lo plantea Roland Barthes: preguntarse cuál es la postura que las imágenes de una crónica producen sobre el sistema del Otro norteamericano; responder si la visión satisface o se adhiere a su poder o, por el contrario, si cuestiona su dominio imperial…

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    (*) Análisis de cronistas mexicanos observando a Estados Unidos se encuentra en nuestra obra: Gringos a la vista. Visión sobre Estados Unidos de América en la crónica mexicana: un análisis ideológico. Ensayos. Editorial Orbis Press. ISBN: 1-931139-00-8. Segunda Edición. 2006. Más información en:
    http://www.manuelmurrietasaldivar.com/libros/gringos_a_la_vista.html

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