"Poecrónicas"

--Columna Semanal--

Gritábamos su nombre: George Floyd!... - 29.08.2020

Por Manuel Murrieta Saldívar
--Desde Modesto,California--

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Bienvenidos
  • Las todavía cercanas protestas por el asesinato del afroamericano George Floyd por parte de policías de Minneapolis alcanzaron hitos históricos: no solamente por lo masivo y la pronta reacción, a niveles globales, sino además por sus características: prácticamente, además del afro, todos los grupos étnicos, blancos, latinos, asiáticos, de origen árabe, se volcaron a las marchas durante semanas. Además, aparte de esta diversidad, la hubo de varias generaciones sobre todo de jóvenes “high schoolers” y universitarios que con valentía, coraje y energía mostraron su rabia e indignación. Y lograron resultados, no solamente repelieron a grupos de choque que incitaban al vandalismo y a desprestigiar el movimiento, sino que hicieron elevar los cargos al policía asesino que puso su rodilla sobre el cuello de Floyd y se acusó a los otros tres participantes. Pero el movimiento exigió más, cambios de fondo, estructurales, tanto en las leyes respecto al trato policial como en la atención a los grupos minoritarios tradicionalmente marginados.

    Y, sí, entre la algarabía de las demandas inmediatas—¡Black lives matter, No racist police!—escuché voces que se remontaron incluso hasta los orígenes de este país, recordando y denunciando que USA se fundó en base al colonialismo interno aplicado, en genocidios y reservas, a los nativos americanos y posteriormente a los esclavos traídos de África desde el siglo XVIII y XIX.  Recordaron además a los líderes históricos como Malcolm X y Martin Luther King—cuyo histórico discurso del “I have a dream” celebra precisamente este 28 de agosto su 57 aniversario—con sus demandas en pro de los derechos humanos que hicieron suyas el resto de los grupos sociales, no solamente el afroamericano. Surgieron así discusiones, se reprodujeron viejos documentales, películas y reportajes que denuncian al racismo sistemático y a las violentas estrategias segregacionistas de los supremacistas blancos tipo KKK. A la postre, sirvieron de contexto al comportamiento, al menos de indiferencia y ninguneo, por no decir discriminatorio, del presidente Trump acusado de falta de liderazgo.  De hecho, fue hasta desplazado olímpicamente por voces y opiniones a favor del cambio en el trato policial como las del mismo Obama y el candidato demócrata Biden junto a los líderes regionales del Black Lives Matter

    Y el movimiento continuó, no solamente atizado por la rápida organización que se logró a través de las redes sociales, la constante cobertura en vivo de las televisoras en medio de la pandemia, sino también porque, como un tsunami, se registraron--todavía hoy ocasionalmente--protestas hasta en poblaciones rurales pequeñas de unos 50 ó 60 mil habitantes y con poca población afro. Así, fui testigo, en el norte de California, de marchas en villas como Ceres, Oakdale, Merced, poblaciones enclavadas en el valle agrícola de San Joaquín, rodeadas por urbes como Fresno al sur, Sacramento al norte y San Francisco hacia el oeste, metrópolis con marchas multitudinarias por todos conocidas. El movimiento se alargó y alargará, supongo,  porque no solamente se siguió con atención sagrada el sepelio del propio Floyd, sino porque se esperan las primeras audiencias en septiembre y posteriormente el juicio contra los policías de Minneapolis tentativamente programado para marzo de 2021. Mientras tanto, surgen protestas aquí y allá cada vez que se dispara, apresa, ataca a un afroamericano injustamente y se vuelven a repetir las exigencias de cambios a fondo en el trato policial y la atención a los grupos históricamente olvidados. Una reacción trascendente han sido la reducción de presupuestos a algunos departamentos de policía y la introducción de los estudios étnicos como requisito para graduarse en las universidades californianas.

    He podido en mucho escribir este texto, no solo porque estuve al tanto de las noticias y de las redes sociales, sino además por haber yo mismo participado en un par de marchas. La primera en una ciudad de tamaño intermedio: Modesto, California, con una población de alrededor de 300 mil habitantes y no necesariamente caracterizada por su activismo pro afro; quizá sea lo contrario, a veces es apática e indiferente, debido a su carácter agrícola-industrial donde se procesa alimento producto de las fértiles tierras del Valle de San Joaquín. Aquí, el último día de mayo, se registró una protesta masiva de miles, que partió del “downtown”  y recorrió las avenidas importantes en una distancia de más de 5 millas y en un lapso de unas tres horas. Según se comentó, se trató de la primera de esta magnitud en la historia de la ciudad en favor de la causa afroamericana,  y resultó pacífica, entusiasta, solidaria, diversa en razas y edades, llena de sensibilidad social.   Una verdadera lección para demandar cambios profundos en los cuerpos policiacos.  La otra marcha sucedió semanas después, en junio, en Turlock, a unas cuantas millas al sur, ciudad donde se asienta un campus de la Universidad Estatal de California de donde, precisamente, salieron los contingentes, compuestos de preparatorianos, universitarios e incluso profesores liderados por activistas afros y latinos. A nosotros, pues, en esta esquina del norte de California, también nos llegó el hartazgo, no nos importó el coronavirus, nos pusimos nuestras mascarillas y salimos por miles. Vaya, tuvimos que dar las gracias constantemente a quienes se nos unían desde las banquetas para ofrecernos agua y refrigerios, aplaudir y gritar de emoción a quienes pitaban sus cláxones y sacaban pancartas desde sus autos. Las fuerzas del orden, como la policía montada, en bicicleta, motocicletas o en sus brillantes suburbans, no nos intimidaron, las marchas prosiguieron con emoción y tranquilidad. Al final, quedó en nosotros la sensación de unión por una causa común y satisfechos por expresar nuestra protesta con cánticos como estos:

    I can’t breathe!
    Say his name: George Floyd!
    No justice, no peace!
    What do we want: justice; when do we want it, Now!
    No racist police!
    Black lives matter!

    Así gritábamos su nombre, repetíamos su falta de aire, el de Floyd y el de los miles de afroamericanos asesinados y reprimidos que le han antecedido, vidas que valen, Black lives matter, que valen mucho y que ahora requieren de todo nuestro apoyo, solidaridad y capacidad de denuncia, para evitar más muerte, violencia y marginación que nosotros los latinos conocemos muy bien en este país…

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