"Poecrónicas"

--Columna Semanal--

HÁBLAME A TU REGRESO (*) - 04.06.2021

Por Manuel Murrieta Saldívar

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Hablame a tu regreso
Imagen: captura de pantalla del video de nuestra participación en el “Ciclo Travesías: Literatura mexicana en Estados Unidos”.

Desde la Coordinación Nacional de Literatura, órgano del Instituto Nacional de Bellas Artes del Gobierno de México, se transmitió el pasado domingo 30 de mayo, 2021, el “Ciclo Travesías: Literatura mexicana en Estados Unidos” en el que participamos Rossy Evelin Lima-Padilla, Febronio Zatarain y Manuel Murrieta Saldívar. Participamos haciendo un recuento de nuestra producción literaria con temas mexicanos en Estados Unidos y concluimos dando lectura a un fragmento de la novela Háblame a tu regreso, texto que aquí reproducimos íntegramente. Colocamos también a continuación el enlace al video mencionado el cual se encuentra en la página de Facebook de la Coordinación Nacional de Literatura. ¡Gracias a los organizadores por la invitación y por promover las letras mexicanas producidas en Estados Unidos!

Ciclo Travesías: Literatura mexicana en Estados Unidos
https://www.facebook.com/watch/?v=1002745520261603

  • I
    Entre los riesgos

    Entre los riesgos aparentemente inofensivos que a diario resolvías para evitar la caída, hubo uno que sentiste insuperable y amenazó sin piedad tu costosa aventura en los Estados Unidos. No fue que descubrieran, como muchos ahí lo desearían, las coartadas con las que burlaste a la “migra” en muchas ocasiones.

    No …Similar al personaje de un famoso corrido, a ti te hicieron varias veces “los mandados”. Tampoco representó una gran molestia comprobar sobre tu piel morena la discriminación, convencional o cibernética, cuando a ti, y solo a ti, te escogían para un chequeo computarizado en la garita fronteriza, a la entrada de un club nocturno o en plena autopista. El agente de la ley, siempre en búsqueda de evidencias, te pedía sin razón aparente tu identificación, luego la checaba en un aparatito electrónico y regresaba refunfuñando porque no había encontrado ningún asomo criminal en tu historial; medio molesto, te dejaba entrar a la cotizada nación, al “table dance” o a transitar tranquilo por las supercarreteras. En fin —pensabas— estará cumpliendo con su chamba...

    Como algunos otros pudieran sospecharlo, tu riesgo mayor ni siquiera consistió en la escasez de dólares, aunque encontraras vacíos los bolsillos, la cuenta bancaria casi en ceros —mas no la voluntad— sobre todo los días después del pago de la renta. Era entonces que rastreabas la recámara en busca de unos sobrevalorados pennies, pensabas en nadie para solicitar un préstamo instantáneo o surgía una novedosa estrategia para salir de apuros, incluyendo, por supuesto, laborar fugazmente en alguna franquicia de fast food. Mucho menos te sentiste intimidado, en desventaja in-telectual, por no ser tan diestro con el inglés de altura. No, para nada, tú sabías lo suficiente para impresionar y convencer, pasar los exámenes orales y escritos de la universidad, así como las otras pruebas, sí, las más difíciles, las reales. Pruebas tan simples y cotidianas como las del encuentro con empleados de bancos, cajeras de centros comerciales, mecánicos o agentes de seguros que te miraban con cara de what!, de no te entiendo, a la espera de la pronunciación perfecta. Ni te venció la angustia de seguido, la frustración, al detectar en tu interior sentimientos de inferioridad porque, con cierto esfuerzo, apenas podías alborotar a una que otra gringa o chicana, logrando a duras penas que aceptaran un lunch.

    Tú eras muy distinto a todos tus amigos de ocasión, muy gandallas ellos, muy chingoncitos, cada vez más atraídos por el espectro infinito de amoríos reales o inventados; cada vez más seducidos por el confort del dólar. Unos ansiaban una cama de agua, otros un celular o un compact disc y los menos una cervecita artesanal con sus alitas de pollo a como diera lugar —sobre todo durante las impostergables borracheras de los viernes, aderezadas de derroche, desgastes y olvidos instantáneos.

    Vaya, vaya, incluso no pudieron dejarte por siempre en la desgracia, en la amargura, en el dolor perenne, las infidelidades ciertas o inventadas de tu novia de aquellos tiempos, la mujer que tenías conmigo, esa placentera imagen de amante perfecta, creyéndola encantada con tus desesperados regresos durante aquellas primeras vacaciones. Ni te hicieron tanta mella los llamados de alegría y ternura de los sobrinos que crecen, los años solitarios de tu madre, las risotadas y solidaridades de hermanos y hermanas, la enorme parentela, sumada al reguero de amistades y recuerdos, el ruiderío de noticias y novedades del mundo. Todo esto, pues, punzándote en el pecho, las protestas sociales, los asesinatos de políticos, los levantamientos armados o los triunfos electorales de alguna oposición falsa o auténtica ... Y luego en soledad, exprimiéndote en tu habitación de lágrimas, encerrado ahí, en tu fachoso one room apartment, a lo lejos de la fiera multitud, todos empujando, entrando o saliendo por las fronteras del norte...

    (*) Primer capítulo de la novela: Háblame a tu regreso. 2da. edición.112 páginas. El BeiSMan Press. Chicago, Illinois, USA. 2016. Más información en: http://www.manuelmurrietasaldivar.com/libros/hablame_a_tu_regreso.html

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