Un vuelo desde Califas a Madrid de más de once horas
te ingresa sin contratiempos a la España de tu apellido perdido entre los siglos
Un tren preciso y muy veloz te lleva silencioso
hacia las sequedades, naranjales y playas valencianas
Una oleada de bañistas frente al Mediterráneo
trasluce a mujeres con sus senos al aire amamantando al sol privilegiado
Un malecón tintineando de vino y platos de calamar a más de 20 euros
seduce a los turistas bajando desde la zona nórdica
o de cruceros atracados enfrente
Un tráfico apretado al centro de Alicante
lucha a morir por el único espacio libre del estacionamiento
ya sea sobre las callejuelas o en el subterráneo de miedo
Un vistazo de hoteles playeros y torres de apartamentos
bajo un castillo milenario de origen musulmán vigila el horizonte
Una autopista lisa plagada de redondeles
que indican siempre girar a la derecha hasta llegar a Elche,
ciudad de vates como Pedro Salinas, Luis Cernuda,
el mismísimo Miguel Hernández
nombrando calles, aulas y universidades…
Y, al centro de todo esto,
en sedes académicas o rutas de poetas,
un grupo exclusivo de españoles, franceses e italianos
se unen a nosotros
se unen por nosotros:
americanos texmex, nuevomexicans,
batos y morras californianos,
sonoarizonenes del desierto,
reunidos
por nuestra historia
historias y letras chicanas, bifronterizas,
estudiadas en el origen mismo de nuestra hablar migrante
Estamos aquí, universalizándonos,
como lo expuso el compa y tocayo Hernández, el chicanista de Stanford y la finiquera,
al tú por tú con los peninsulares
los latinoamericanistas,
el spanglish
el español de USA
que llega aquí
recogiendo pedazos de los muros que hemos derrumbado,
reunificando fronteras
saltando el mismo charco del Atlántico
para exclamar, ¡en plena España!,
paisanos de la letra y la palabra,
ya llegué, ya estamos aquí,
después de tantos siglos
léanme, compréndeme,
conoce más de mí,
venga,
¡llégale!...