Dicen que llegué aquí sin un permiso,
pero no saben que fui la nube
que trajo la lluvia sin fronteras,
que atravesé alambres de púas
para entregarles alimento
desde la siembra hasta la mesa.
Dicen que aproveché la noche
para escabullirme entre los claroscuros de caminos,
ríos y desiertos,
pero yo soy la que se desvela limpiando la oficina
la única luz encendida en el edificio de la noche.
Dicen que estoy aquí sin autorización
¿es que los meteoritos
cargados de minerales y nutrientes lo requieren?
¿No llega así el rayo de Venus,
la sombra de un eclipse
y la fuerza de luna que mueve a las mareas?
Dicen que vivo siempre a escondidas
sin asomarme siquiera,
pero es que estoy encerrada cuidando a tus abuelos
calmando el llanto de un infante que nunca será mío.
Dicen que no tengo voz o que no cuenta
que no debo opinar ni levantar la mano izquierda,
pero no entienden que si me paralizan
si me hago la dormida
si caigo enferma, me regresan o ya no me levanto
todo se les derrumba sobre sus permisos temporales
sus autorizaciones
sus patios oscuros o bien iluminados
a donde, aun así y después de todo,
saldría yo a saludarlos, a compadecerme,
a recoger escombros
y darles un abrazo que quizá no merecen.
Eso es lo que dicen y eso es lo que hago, lo que haría…
Keyes, California, Noviembre 2022