He dejado al fin el último pendiente,
las quejas y vergüenzas,
tu gemido y todo lo demás
para venir a develar
costumbres milenarias que ahora saboreo
en torbellinos de mar, curvaturas terrestres
y líneas de autopista…
Es que así se trabajan algunas soledades,
así escondo tus miedos
y despejo algunas dudas
para llevarte al revoloteo de las dunas
y al escaparate de las arqueologías…
Te advierto que no nos detendremos
—lo exigen mis ancestros—
te reclamo que somos esa sonda feliz
que surca las edades,
geografías prohibidas
y, a veces sin darnos cuenta,
la similitud de los seres que vamos desnudando…
Me encanta pues escaparme contigo,
reaparecer con epidermis de aventura:
una urbe ajena me cautiva
una sábana de viento me protege
un vistazo de olas me sostiene
una isla tras isla me persigue,
edenes y tinieblas
que voy dejando atrás como si nada,
como si todo pidiera liberarme
ya de una vez
para no volver jamás a las rutinas de siempre…