Qué perfección de calles asfaltadas
qué trazos de las líneas blancas y amarillas
sobre las avenidas y autopistas.
Qué resistencia la mía, nunca antes vista,
de soportar embotellamientos,
distancias largas,
las contaminaciones y ruidajos
de la nueva ciudad que me cobija.
Si viera usted mi sonrisa inocente
que me desplaza contenta
entre malls, tiendillas y mansiones
solo antes vistas en la televisión.
Si supiera usted
qué me empuja desde adentro
ahora que dejé atrás a mis muertos
mis desaparecidas
ranchos destruidos
historias escondidas y olvidadas
y, por supuesto,
aquel grupito de criminales de todas las raleas
que roban al país,
que lo gobiernan a placer,
que prostituyen, violan,
someten y nos matan
nada más por que sí
¡pues me les escapé justo al cruzar frontera!
Si supieran ustedes la felicidad
que hoy me empuja
que nada me detiene
que todo es perfecto, en abundancia,
que me sobra la energía nunca antes manifiesta,
porque ya me dirijo contenta
chispeante
sin arrepentimientos patriotas o nostálgicos
a laborar en mi primer empleo
acabadita de llegar
--escucho, me dicen--
a esta nación de sueños y de anhelos
o de utopías mías,
solo mías…